En este estado brasileño, un esfuerzo para rastrear el ganado es clave para frenar la deforestación

Por MELINA WALLING

BELÉM, Brasil (AP) — María Gorete, quien comenzó a criar ganado hace apenas tres años, hace algo novedoso con sus 76 cabezas de ganado en la campiña brasileña, cerca de la ciudad de Novo Repartimento.

Les perfora las orejas.

Su joyería nueva —que son en realidad etiquetas para las orejas— rastrearán sus movimientos a lo largo de sus vidas como parte de una iniciativa destinada a frenar la deforestación en el estado brasileño de Pará. Según lo bien que esto funcione, se trata del tipo de solución de las que el mundo necesita más para mitigar el cambio climático, tema central de las conversaciones anuales de Naciones Unidas que se celebran a pocas horas de distancia, en Belém.

Con cerca de 20 millones de cabezas de ganado en Pará, es una tarea titánica. Algunos animales se encuentran en grandes fincas ganaderas cerca de las ciudades, pero otros están en zonas remotas donde los ganaderos talan la selva amazónica para dar lugar a los pastos. Eso es un problema para el cambio climático, ya que significa que los árboles que absorben la contaminación son reemplazados por ganado que emite metano, un potente gas que contribuye de manera importante al calentamiento global.

Brasil ha perdido aproximadamente 339.685 kilómetros cuadrados (131.153 millas cuadradas) de selva tropical madura desde 2001 —un área similar a la de Alemania—, y más de un tercio de esa pérdida se produjo en Pará, según Global Forest Watch (Vigilancia Global de los Bosques), una organización que ofrece datos de los bosques en tiempo real para protegerlos mejor. Pará por sí solo representa cerca del 14% de toda la pérdida de bosque tropical registrada en el mundo durante los últimos 24 años.

Gorete, con su pequeño rebaño, dijo que colocarles las etiquetas de rastreo no ha sido tan complicado. Y considera que el programa es positivo: le permitirá vender su carne a empresas y países cuyos consumidores quieren conocer su procedencia.

“Con esta identificación, se abren las puertas al mundo”, agregó Gorete, quien antes de dedicarse a la ganadería cultivaba açaí y cacao. “Le da valor agregado a los animales”.

Cómo funciona el marcaje

La cabezas de ganado pueden pasar por varias granjas a lo largo de su vida: nacen en un pastizal, y se venden a otro ganadero —o a dos, tres o más— hasta que alcanzan su peso máximo y son vendidas a una planta procesadora, explicó Marina Piatto, directora ejecutiva de Imaflora, una ONG brasileña dedicada a la agricultura y la conservación.

Rastrear esos movimientos eficazmente puede ser una forma de desalentar la deforestación. Y es ahí donde entran en juego las etiquetas.

A partir del próximo año, todo el ganado que se transporte en Pará deberá estar etiquetado. Cada animal recibe una etiqueta en cada oreja. Una es un número escrito que se registra en una base de datos oficial del gobierno. La otra tiene un chip electrónico que se vincula con la misma información que el número registrado para la vaca —como fecha y lugar de nacimiento, dónde fue criada, propietario, raza y más—. Para 2027, todo el ganado en Pará, incluido el nacido en ranchos del estado, deberá tener las etiquetas.

Una vez que se retira una etiqueta, esta se rompe y no se puede volver a colocar —una medida que contribuye a evitar el fraude—.

Cuando el ganado es trasladado, los propietarios están obligados a informar de esos movimientos y los compradores a registrar la transacción. Para poder vender sus animales, los ganaderos deben tener las etiquetas y un historial limpio. Las ubicaciones donde han estado los animales, registradas ante el gobierno, se pueden cotejar con imágenes satelitales para detectar deforestación ilegal y con mapas que muestran los territorios indígenas que se supone están vedados al ganado.

“La única solución es la trazabilidad individual del ganado, porque así se puede saber, para cada traslado, dónde ha estado ese animal y si estuvo en un lugar que fue deforestado en el pasado”, dijo José Otavio Passos, director de la Amazonía brasileña de The Nature Conservancy (La Conservación de la Naturaleza), una organización ambiental de amplio alcance mundial.

Mauro Lucio, de 60 años, tiene 2.600 cabezas de ganado en su finca en Paragominas, a unos 290 kilómetros (180 millas) al sur de Belém. Dijo que el nuevo programa de etiquetado fue una transición sencilla para él, ya que ha etiquetado a su ganado desde el año 2000. Lo hizo para rastrear su propio rebaño, pero reconoce el beneficio de que ahora participe el gobierno.

“Para mí, es la misma herramienta”, añadió.

Gorete, la ganadera de las cercanías de Novo Repartimento, comentó que no cree que los ganaderos puedan eludir el sistema una vez que esté implementado por completo.

“Quien no tenga identificaciones en sus animales, no podrá vender”, expresó.

La industria participa

El gobierno pagará las etiquetas para las granjas con 100 cabezas de ganado o menos, y los ganaderos que tengan una cantidad mayor de ganado las pagarán de su bolsillo, informó Passos, de The Nature Conservancy. Lucio dijo que el último precio que pagó por las etiquetas fue de poco menos de 9 reales brasileños (1,70 dólares).

JBS, la mayor empacadora de carne del mundo, donará 2 millones de etiquetas para esta iniciativa. La empresa, que se encuentra entre varias que han sido multadas o han enfrentado demandas por comprar ganado criado ilegalmente en tierras deforestadas, manifestó que la trazabilidad del ganado puede ayudar a abordar las preocupaciones sobre la deforestación. JBS añadió que tiene una “política de tolerancia cero” hacia la deforestación ilegal y toma varias medidas para garantizar que su cadena de suministro no contribuya a la deforestación.

Passos dijo que es importante contar con el apoyo de los actores de la industria. “Nunca antes habíamos tenido una ventana de oportunidad tan singular en la que todos los sectores —los ganaderos, los empacadoras de carne, la industria, el gobierno, las ONG— convergen en torno al mismo objetivo”, manifestó.

No obstante, incluso si los productores de carne respaldan un sistema legal de rastreo de ganado, siempre habrá maneras de eludir las leyes, señaló Piatto, de Imaflora, porque “lo ilegal es más barato, es más fácil”.

Christian Poirier, director de programas de Amazon Watch (Vigilancia de la Amazonía), una organización dedicada a la protección de los bosques tropicales, explicó que la deforestación se lleva a cabo “de manera sofisticada por organizaciones criminales bien financiadas, y no, ni de lejos, por pequeños propietarios”.

Agregó que a esos grupos les ha resultado fácil sortear los esfuerzos actuales para detener la deforestación. Calificó el nuevo sistema de etiquetado como un paso en la dirección correcta, pero advirtió que las personas más decididas aún podrían encontrar la forma de eludir las nuevas normas.

El comité que coordina las actividades entre el gobierno, la industria y los productores trabaja en estrategias para prevenir el fraude y utilizar la aplicación de la ley de la manera más eficiente, dijo Fernando Sampaio, director de sostenibilidad de ABIEC, la Asociación Brasileña de Industrias Exportadoras de Carne. Para ello, deben saber en qué prestar atención. Por ejemplo, si una granja vende más animales de los que su tamaño indicaría, eso podría ser una señal de alerta.

Sampaio indicó que una pequeña minoría de granjas son gestionadas por organizaciones criminales.

“Estas son las personas que deben ser excluidas de la cadena de suministro”, añadió.

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El editor Peter Prengaman contribuyó desde Nueva York. El corresponsal M.K. Wildeman contribuyó desde Hartford, Connecticut.

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